Diseñado por LIQE arquitectura, el proyecto de rehabilitación formaliza un cambio de escala entre el casco histórico y el recinto amurallado de la ciudad integrándose perfectamente en el lugar
El proyecto de rehabilitación ocupa una situación limítrofe entre la escala humana de las viviendas del Casco Histórico y el recinto amurallado de la ciudad. El cambio de escala se formaliza a través de una incisión practicada en la fachada original en continuidad con la ampliación de planta superior.
Escala y límite
A lo largo de la nueva fachada se extiende un sistema de contraventanas plegables que permiten regular a demanda tanto la privacidad como la exposición solar de la vivienda. Con ello la fachada cobra vida propia en el movimiento diario de las piezas, haciendo explícito un resurgimiento de un barrio degradado en refundación.
Brote de vida
El uso de la madera tratada en bruto vincula el pasado y el futuro del Casco Histórico a la perfección justificando la colonización del resto del edificio, que se extiende hasta el sótano para albergar el acceso al garaje.
Se opta por una intervención de gesto firme y sinceridad constructiva palpable. El propio corte preciso para el acceso de los vehículos, imprescindible para favorecer una rehabilitación no aburguesada de las ruinas, se practica a plena vista en un gesto unificado con el añadido del piso superior.
Vínculo y contraste
La solución conserva el ritmo tradicional de huecos y enfatiza la contención del terreno que ofrece el propio edificio, al tiempo que formaliza una nueva escala para el mismo que se integra perfectamente en el lugar.
Espacios de comunicación
Funcionalmente, el patio trasero se utiliza como espacio de comunicación vertical y horizontal. El acceso principal a las viviendas se realiza desde el jardín que comunica con el recinto amurallado. Además, bajo un techo acristalado se instala una pasarela de madera que da acceso a las dos viviendas y, al fondo, a la escalera de caracol que comunica con el garaje dos niveles más abajo.
Jardín que da al recinto amurallado
Ambas viviendas aprovechan las vistas y una mayor iluminación de la planta ampliada para ubicar la zona de día. La luz que entra al interior se filtra a través de lamas de madera, utilizando las escaleras de salida a las terrazas como equilibrio lumínico.
Este sistema consigue a la perfección su objetivo, esto es, regulación de temperatura y privacidad. Un interior desde el que ver sin ser visto, disfrutando de un privilegiado jardín con vistas al centro de la ciudad.
Tamiz de luz
Las casas encajan en un rompecabezas dimensional con una condición estructural basada en la ausencia de pilares centrales para brindar una maniobra óptima a los automóviles en el garaje. Para ello se diseñó un muro-viga que separa ambas viviendas en la segunda planta y que sirve de apoyo a las losas superiores.
Espacios interiores
Ambas escaleras se utilizan en toda su altura para albergar espacios de almacenamiento y servicio en las viviendas y los dormitorios se ubican principalmente con ventanas a la fachada principal.
Vista de escaleras
En cuanto a los acabados se utiliza madera de roble y revestimientos continuos de cal y arcilla naturales, contrastando con exteriores de piedra, hormigón y acero galvanizado. Todo ello con el contrapunto de carpintería y contraventanas de madera.
Mirador
LIQE arquitectura
Fotografías de Roi Alonso