La Residencia Sheats Goldstein en el Gran Lebowski

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Tras el éxito conseguido por su primera película Fargo, los Coen dirigen “El Gran Lebowski”, película de culto. Una comedia irreverente, ácida y divertida que refleja el retrato de toda una generación con unos personajes singulares y excéntricos. ¿Por qué se considera una película de culto?

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Tras el éxito conseguido por su primera película Fargo, los Coen dirigen “El Gran Lebowski”, película de culto. Una comedia irreverente, ácida y divertida que refleja el retrato de toda una generación con unos personajes singulares y excéntricos. ¿Por qué se considera una película de culto?




Primero: Unos buenos personajes. Estamos en Los Ángeles años 90, en plena Guerra del Golfo. Tres amigos, tres antihéroes sin motivación alguna, muy diferentes entre sí pero inseparables: “El Notas” Lebowski (Jeff Bridges), un vago desempleado que pasa sus días fumando marihuana y bebiendo; Walter (John Goodman), veterano de Vietnam, un tipo irascible, una bomba de relojería y el frágil Donny (Steve Buscemi). El trío comparten la pasión por el bowling y ese espíritu abandonado, lejos del gran sueño americano, con un pasado de drogas y daños colaterales de Vietnam. Todo ello combinado con el culto al pasotismo, a pasarlo bien y a intentar subsistir pese a ser consciente de no estar preparado para casi nada.



Segundo: Excelentes diálogos, absurdos, salpicados de tonterías. Muy bien representados en las escenas de la bolera.





Tercero, Unos secundarios de lujo: un John Turturro en estado de gracia y una enorme Julianne Moore, feminista y artista avant-garde.



Cuarto, una excelente banda sonora, que incluye temas desde Bob Dylan, Elvis Costello, Creedence Clearwater hasta los Gipsy Kings versionando “Hotel California”. Mítica es la escena de la bolera con ese inmenso “Jesús Quintana” desafiando a nuestros protagonistas.



 



 




 



Y quinto, su argumento: “El Notas” es confundido con un millonario paralítico; dos matones asaltan su casa, lo agreden y le reclaman una deuda que su esposa mantiene con su jefe, un empresario del porno. El tipo se presenta en la casa para exigir una compensación por los daños causados. Y es aquí donde entra la ARQUITECTURA, ya que el Empresario del porno vive en la Residencia Sheats Goldstein del arquitecto americano John Lautner (1911-1994).





Una casa difícil de olvidar por su característica cubierta inclinada de hormigón de casetones con 750 lucernarios sobre un amplio living desde el que disfrutar de una inmensa panorámica. Diseñada y construida entre 1961 y 1963 para Helen y Paul Sheats y sus tres hijos. Está ubicada en Hollywood Hills, tiene 420 m2 de superficie, 5 dormitorios, 4 baños y una toilette. Él mismo diseñó el mobiliario, para que todo el conjunto mantuviese la misma estética.





Gran parte de su obra se centró en eliminar los límites entre el interior y el exterior mediante el empleo de materiales transparentes. Aunque es conocido principalmente por sus obras residenciales, destacó también en el género comercial Googie (populuxe o doo-wop), una subdivisión de la arquitectura futurista influida por la cultura del automóvil y la Era espacial, de finales de los años 40, nacida en el sur de California y que persistió hasta mediados de los 60. Sus principios se basaban en el uso de formas geométricas y materiales como el cristal y el neón. Esta corriente ejemplificaba muy bien el espíritu de lo que demandaba una generación impaciente ante la perspectiva de un futuro brillante y altamente tecnológico. Googie formó parte del Zeitgeist de la postguerra, un término que hace referencia a los caracteres distintivos de las personas que se extienden en una o más generaciones posteriores y cuya visión global, a pesar de las diferencias de edad y el entorno socio-económico, prevalece para ese particular período de la progresión socio-cultural. Circunstancia ésta que no le sería reconocida hasta 1972 gracias al libro “Aprendiendo de Las Vegas” del arquitecto Robert Venturi.





© Polygram Filmed Entertaiment



© arq.hd.clarin



 

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