Guillermo HeviaEl proyecto del que hablaremos hoy, diseñado por el arquitecto Guillermo Hevia, nace de la necesidad de reconstruir la fábrica Carozzi, quemada en 2010.
En palabras del propio arquitecto, este encargo significó un desafío y una oportunidad; por una parte, la necesidad de una profunda reflexión sobre los nuevos conceptos sociales e industriales, la innovación y las nuevas tecnologías, y por otra, la motivación de convertirse en un complejo modelo en cuanto al diseño de sus instalaciones y la implementación de sistemas capaces de crear el menor impacto ecológico y consumo energético.
El complejo, formado por las fábricas de pasta y cereales, alberga además un centro cívico y una plaza para uso de los trabajadores. Este espacio público queda confinado entre las diferentes cubiertas onduladas de los bloques de las fábricas así como por un volumen en color rojo que parece flotar sobre la plaza y que alberga los recintos de oficinas.
La forma de los tejados de las fábricas encuentran su concepto en la recreación de las montañas de los Andes, hito de la geografía circundante, y el diálogo con el edificio preexistente, un molino harinero de 1964 icono de la arquitectura moderna chilena.
Un gran naufragio convertido en una gran oportunidad, el desafío de la reconstrucción con nuevos conceptos de productividad, tecnología, energía y carácter social. La arquitectura es la herramienta para el logro de esos objetivos.
El diseño incorpora estrategias sostenibles y de última generación; ventilación pasiva, recuperación de agua, iluminación natural y el uso racional de los recursos hídricos, entre otros, para transformar este proyecto en el primer edificio industrial del país con certificación LEED.
Fotografías propiedad de Nico Saieh
