Arquitectura regenerativa. La Universidad del Medio Ambiente. Oscar HagermanLa Universidad del Medio Ambiente (UMA), ubicada en una pequeña comunidad llamada San Mateo Acatitlán, en el municipio de Valle de Bravo, Estado de México, fue la primera Universidad en América Latina en apostar por la arquitectura regenerativa, basada en la construcción sostenible, integrada en la naturaleza y la comunidad, como propuesta educativa del siglo XXI para contribuir a solucionar la crisis socioambiental.
La UMA, inaugurada a finales de 2014, en funcionamiento desde enero del 2015, fue diseñada por el arquitecto Oscar Hagerman con un sistema de trabajo colaborativo que conlleva la ideación de proyectos más inclusivos, que incorporan criterios de diseño bioclimático, optimizando las condiciones del entorno.
El complejo comprende 2 edificaciones, un pabellón principal y otro de servicios, que constan en total de 8 aulas, un laboratorio, una biblioteca, una cafetería y una casa de huéspedes. Además, cuenta con espacios de relación social al aire libre, como el patio central del edificio principal o la terraza exterior del bloque de servicios.
Ambos fueron construidos haciendo uso de materiales naturales de origen local y bajo impacto ecológico, así como tecnologías verdes que combinan tradición y modernidad para buscar la autosuficiencia del edificio en cuanto al abastecimiento de agua y energía se refiere.
Para la estructura del edificio se utilizó madera de explotaciones forestales locales sostenibles, al igual que para las carpinterías de las ventanas.
Los cerramientos se configuraron con matchinblock, bloques de adobe, tierra y cal sometidas a presión, unidos mecánicamente sin disponer mortero de agarre.
Las virutas de madera y los pedazos de bloques de tierra compactada sobrantes se aprovecharon para crear una pasta para el revestimiento de los muros, triturados y mezclados con estiércol de caballo.
El suelo está elevado para crear una cámara de aire que mejore el aislamiento y evite las humedades, aprovechando botellas recicladas para elevar los rastreles de apoyo de los tableros de madera.
Para las cubiertas se optó por sistemas verdes que permitieran devolver a la tierra la huella ocupada por el edificio. Tableros de madera apoyan en las vigas, sobre los cuales descansa una lámina impermeable y una mezcla de tierra del lugar con tepojal, piedra de origen volcánico que permite la plantación de hierba y especies vegetales locales.
En otras zonas se resuelve con teja plana cerámica.
Las cubiertas verdes proporcionan un eficiente aislamiento térmico que, sumado a la protección de los huecos con los voladizos de las cubiertas y a la ventilación natural cruzada, permite prescindir del uso de sistemas artificiales de climatización.
Además, toda la iluminación artificial tipo LED está abastecida por paneles fotovoltaicos, así como la demanda de agua caliente sanitaria está cubierta por colectores solares de agua que satisfacen el 100% de las necesidades del edificio.
Destaca también el sistema de captación de agua pluvial, que recolecta agua para el aprovechamiento de la misma para abastecer a los sanitarios, que disponen de medidas de ahorro de agua, como cisternas de descarga simple, así como un sistema de tratamiento y reciclaje de las aguas negras, que sirve para regar los jardines, que hacen un uso eficiente de la misma.
El edificio ocupa una pequeña parte de la extensión del terreno, el cual se destina en su gran mayoría a la plantación de un bosque comestible y un vivero, donde se recolectan y clasifican semillas, donde conviven especies vegetales muy diversas, así como animales, todo un modelo replicable para la comunidad.
