Espiritualidad, naturaleza y tradición se unen perfectamente en este proyecto, que define perfectamente la arquitectura contenida, simbólica y claramente expresiva de Hiroshi Nakamura
Este proyecto nace de la necesidad de crear una capilla para el Cementerio Sayama Lakeside. En este contexto funerario, en el que la espiritualidad y la reflexión son importantes, y teniendo en cuenta la fuerte espiritualidad de las culturas orientales, la capilla se enmarca como un foco de quietud, meditación y comunión con la naturaleza. Anteriormente a este proyecto, Nakamura ya diseñó un espacio comunitario para este cementerio, un espacio circular cuyo diseño también se articulaba en torno a la reflexión y la relación con el bosque.
Debido a que el templo debía acogerse a ninguna práctica religiosa en concreto, el estudio centró su idea en buscar una forma y un lenguaje universal y secular para transmitir el mensaje de acogida y reflexión. De este modo, los arquitectos se inspiraron en la estructura tradicional en forma de “V” invertida llamada “Gasshō-zukuri”, que significa literalmente “manos unidas en oración”. Esta idea une en el proyecto la tradición de la tipología con una idea profundamente espiritual: la relación de la arquitectura con la posición de las manos al orar. “Cuando se reza, se crea un pequeño espacio dentro de las manos cuando los dedos se unen suavemente. Parece que ese pequeño espacio de oración fue sacado para formar la arquitectura. A medida que la gente reza, también lo hace la arquitectura” dice Nakamura.
El solar en el que iba a instalarse la capilla era un pequeño terreno de forma parecida a un triángulo, por lo que se decidió replicar la estructura de nervios inclinados en “V” invertida hacia diversas orientaciones, para generar así el volumen del edificio como un cuerpo orgánico que se abre y se entrelaza con el bosque. “Imaginé una arquitectura que refleja la vida tal y como vive en el agua conservada por el bosque, y finalmente regresa a este lugar después de la muerte. […] Entonces, descubrí que el bosque era tema de oración mutua para varias religiones, y conceptualicé una arquitectura que reza al bosque, rodeada de árboles” reflexiona Nakamura.
Con la espiritualidad, la tradición y la vinculación con la naturaleza como punto de partida, se establece un volumen resultado de replicar los vanos en “V” invertida 7 veces enfocando hacia múltiples lugares del bosque, uniéndose hacia la parte central en un resultado irregular y natural, que recuerda a las formas fractales. La planta se percibe como un triángulo imperfecto al que se le extraen una serie de círculos, en los que se ubican árboles que prolongan el bosque hasta los mismos límites del templo. Del mismo modo, las pronunciadas inclinaciones de los vanos buscan acomodar el volumen de la capilla al de la vegetación, más voluminosa en las copas de los árboles.
Estructuralmente, este sistema de vanos inclinados conectados conlleva un excelente comportamiento frente a acciones sísmicas, tanto por el sistema constructivo como por su geometría multidireccional. Los vanos se unen entre sí estructuralmente por una red de nervios de madera de alerce que conectan la irregular planta con las líneas rectas de las cumbreras de cubierta, generando las transiciones entre lo recto y lo curvo.
Respecto a la materialidad, exteriormente, se perciben una serie de faldones alabeados, compuestos por una serie de piezas o tejas de aluminio fundido, creadas artesanalmente. Dichas piezas tienen unas dimensiones de 180 x 200 x 4mm de espesor. Su reducido grosor se debe a que era el espesor mínimo requerido para las condiciones de durabilidad, y máximo para permitir a los artesanos doblarlo con las manos para adaptarlo a las curvaturas cambiantes del volumen.
El frío revestimiento exterior contrasta con la calidez del interior, donde el volumen se forra con finas lamas de madera que ascienden verticalmente a modo de enormes columnas cónicas, recreando el efecto de la estructura y acentuando la verticalidad y la triangularidad de los huecos, ejecutados en grandes piezas de vidrio para conectar al visitante con el bosque exterior. El suelo es de una discreta pizarra, y se inclina muy ligeramente hacia el altar, con la intención de que los visitantes acaben orientándose inconscientemente hacia él, y lleven su vista en la lejanía del bosque. En el interior, solo se destaca la presencia del altar y unos pocos bancos. La discreta materialidad y el mobiliario austero contribuyen a la espiritualidad y recogimiento del lugar.
En definitiva, se trata de un proyecto en el que la delicadeza, la reflexión y el estudio del detalle contribuyen a crear un excelente espacio de meditación.
INFORMACIÓN DEL PROYECTO
Ubicación: 2050, Kamiyamaguchi, Tokorozawa Shi, Saitama
Área: 148 m2 de parcela – 110 m2 construidos de planta
Año: 2014
Participantes en el proyecto
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Diseño: Hiroshi Nakamura & NAP -
Diseño estructural: ARUP JAPAN -
Contratista: SHIMIZU
Fotografías de Koji Fujii / Nacasa and Partners Inc.
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