Un nuevo concepto de vivienda unifamiliar en manzana en Nueva Orleans, de OJT architects. OJT ha diseñado un conjunto de 12 viviendas unifamiliares en el histórico Irish Channel de Nueva Orleans, que maximiza la densidad residencial de la manzana que ocupan, integrándose en el entorno industrial gracias a una original volumetría.
El conjunto residencial, situado en el encuentro entre las calles St. Thomas y Ninth, tan sólo a una manzana del río Mississippi, ocupa la parcela creada por la huella de un antiguo almacén, al que se suma un lote vacío adyacente. La unión de ambos solares permite reunir un área que, empleando el concepto de bloque en multipropiedad, permite aumentar la densidad, logrando disponer 12 viviendas unifamiliares de 3 alturas en un área que habría permitido proyectar tan sólo 3 unifamiliares convencionales.
Se concibe la manzana como un bloque único, que se va fraccionando y disgregando, convirtiéndolo en 12 residencias independientes, creando unas separaciones entre ellas que se utilizan como patios laterales de uso privado, como porches delanteros, donde se disponen los accesos a las viviendas, aprovechando la intimidad creada por su dimensión y uso.
Así mismo, se dispone un patio central interior al cual se accede entre dos de las edificaciones, cuya separación aumenta su ancho para permitir el acceso rodado, disponiendo de una plaza de aparcamiento para cada una de las viviendas. Una mayoría de las edificaciones libera parte del volumen de la planta baja proporcionando un espacio de aparcamiento bajo la huella del edificio, excepto las viviendas interiores y las de esquina, cuya volumetría no lo permite, por lo que sus plazas se disponen en un vaciado entre las viviendas interiores junto al muro medianero.
Aunque existe un número determinado de tipologías en el conjunto de las 12 viviendas, algunas de ellas similares en planta, cada una de las viviendas es exclusiva gracias al tratamiento volumétrico, principalmente en el nivel de cubierta. Todas disponen de planta baja más 2 niveles, pero el último presenta juegos volumétricos propios debido al quiebro de las cubiertas inclinadas, diferente en todos los casos, proporcionando espacios interiores singulares en esta última planta.
A pesar de las variaciones volumétricas, las cubiertas se disponen de forma que su alero en la fachada principal crea una línea que mantiene la continuidad de la inclinación de los techos, aludiendo al concepto de bloque único multipropiedad del que partía el proyecto.
Así mismo, esa inclinación alude a la tipología de nave industrial que convive en el barrio junto a la residencial, compartiendo en muchas ocasiones la misma manzana, como es el caso.
Las viviendas disponen de 2 o 3 dormitorios, sitados en las plantas superiores. Los principales espacios de día se disponen en planta baja, relacionados con los porches laterales exteriores por donde se produce el acceso.
Las cocinas conectan con la sala de estar, sin elementos divisorios entre ambos espacios.
La sala de estar dispone en muchas tipologías de dobles alturas que enriquecen el espacio interior.
La materialidad del conjunto, tanto exterior como interior, es totalmente neutra. Las fachadas se caracterizan por un revestimiento de chapa color blanco, cuyos listones marcan la verticalidad del conjunto, creando texturas diferentes en la fachada principal y en las laterales e interiores. Estas mismas texturas rayadas se repiten en la materialidad de la cubierta, unificando de ese modo el lenguaje de toda la envolvente.
Destaca el uso puntual de la chapa metálica perforada como una segunda piel, una veladura, así como las notas de color aplicadas en las caras inferiores de los forjados de los voladizos de los volúmenes, que otorgan una pincelada divertida a la neutralidad del conjunto.
Los interiores mantienen la misma línea, con paramentos lisos blancos, con algunas notas de color, aportadas por la carpintería de la escalera, los pavimentos de cemento pulido de la zona de día o las tarimas de madera de la zona de noche.
Los espacios quedan inundados de luz natural procedente de las ventanas que salpican de forma casi aleatoria todas las fachadas exteriores, horadando la piel del edificio para conectar los espacios interiores con el barrio a todos los niveles.
Imágenes: Will Crocker
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