LAS MEJORES IGLESIAS DEL SIGLO XX

La Iglesia del Agua, Tadao Ando

La iglesia del Agua del arquitecto japonés Tadao Ando, fue distinguida con el primer premio que otorgó la Fundación Frate Sole, en el año 1996. Es curioso pensar que la primera entrega del premio se diera a un arquitecto de tradición sintoista y a una pequeña capilla situada en un complejo hotelero, en la localidad de Tomamu, en la remota isla de Hokkaido, al norte del Japón.

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La iglesia del Agua del arquitecto japonés Tadao Ando, fue distinguida con el primer premio que otorgó la Fundación Frate Sole, en el año 1996. Es curioso pensar que la primera entrega del premio se diera a un arquitecto de tradición sintoista y a una pequeña capilla situada en un complejo hotelero, en la localidad de Tomamu, en la remota isla de Hokkaido, al norte del Japón.




La Capilla del agua es pues una iglesia cristina concebida por una mentalidad cercana al Zen, que interpreta el recinto religioso como el espacio que permite al alma humana una conexión espiritual directa con el hálito divino, o el wuyud del Islam. Para ello se requiere sobre todo un recorrido preparatorio que vaya sumergiendo al orador en la profundidad del silencio, aislándolo progresivamente del ruido. Todas las religiones comparten esta estrategia iniciadora. Pero Tadao Ando, recuperando el sentido de los templos sintoistas, enfrenta de pronto al orador con la naturaleza, que se muestra nada menos que sustituyendo el altar frontal. Esta mutación cambia absolutamente el sentido de la Iglesia que pasa, de ser un lugar ritual y colectivo, con un sacerdote oficiante, a ser un lugar de conexión del individuo con su alma profunda a través del dialogo con la creación, o la naturaleza.





Tadao Ando utiliza para su obra la geometría más simple y pura, los volúmenes más concretos y las pieles más desnudas del hormigón.



El arquitecto lo primero que hace es separar la iglesia del complejo mediante un muro de hormigón en "L" que genera ese recorrido que antes mencionábamos. Luego, coloca dos volúmenes prismáticos cúbicos de 15m y 10m de lado respectivamente compartiendo una esquina de 5x5m



El primer cubo, de 10x10m es la antesala de la iglesia y está construido en cristal, dentro del cual Ando coloca cuatro cruces de hormigón en las cuatro direcciones cardinales. Es un espacio contemplativo y simbólico desde el que se domina el paisaje. La comunicación entre los dos cubos se hace a través de una escalera de caracol que te sumerge paulatinamente desde la luz a  la oscuridad. Mientras desciendes, vas teniendo de nuevo la percepción de la luz, hasta que de pronto, al llegar al espacio de la capilla, encuentras frontalmente la ausencia del altar sustituido por un enorme paño de cristal. A través de esa sorprendente transparencia se presenta la naturaleza en todo su esplendor, en primer plano el agua incorpórea que refleja y duplica de forma magnética el paisaje montañoso, al fondo.



En resumen, Tadao Ando te conduce mediante una inspiración Zen, al lugar  común de todas las religiones, la visión de la creación divina.





 




 




 



 

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