El edificio se implanta en el centro de la ciudad en un magnífico ejemplo del diálogo entre la arquitectura y el espacio público.
Mediante la continuidad de los materiales y una relación directa entre los espacios exteriores e interiores, Grafton Architects plantea que la ciudad fluya entre los nuevos espacios que se generan.
El edificio manifiesta su presencia simbólica y atrae al visitante a conocer el interior abriendo una “ventana” a Milán en su esquina principal, en la que se sitúa el Aula Magna.
Al igual que “Il Broletto”, el edificio del mercado medieval situado en el centro de la ciudad, la universidad está diseñada como un lugar de intercambio, una ciudad en miniatura. Con el fin de generar grandes espacios vinculados al espacio exterior, los volúmenes superiores, destinados a oficinas de investigación, funcionan como grandes vigas. Para conseguirlo la estructura de edificio se resuelve mediante vigas de gran canto de 25m de luz que apoyan en muros de hormigón.
Se genera un mundo subterráneo denso, esculpido, en el que los espacios públicos internos y externos se fusionan, iluminados por la luz que se filtra entre los prismas pétreos que generan el techo.
La volumetría del edificio responde a motivos de implantación en la ciudad y a su vez da respuesta a factores ambientales. El voladizo del Aula Magna, por ejemplo, que cubre la gran ventana a la calle protege de radiación directa al espacio de doble altura interior y los patios quebrados que generan los volúmenes superiores proporcionan ventilación y luz natural a todas las oficinas y muchos de los espacios inferiores.
Desde el punto de vista energético destaca el empleo de luminarias ajustables de acuerdo con los niveles de iluminación exterior y el uso de una bomba de calor geotérmica que proporciona la energía necesaria para el sistema de calefacción, generando cero emisiones a la atmósfera.
Fotógrafo: Federico Brunetti