GRANDES DESPACHOS

Centro de Acogida para Personas sin Hogar de Pamplona, por Larraz Arquitectos

Con una propuesta severa y rotunda volumétricamente, el Centro de Acogida para Personas sin Hogar de Pamplona, proyectado por el estudio Larraz Arquitectos, trasciende la mera resolución funcional de un programa de alojamiento, hasta conseguir un proyecto que dignifica y mejora la calidad de vida de este colectivo.

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Con una propuesta severa y rotunda volumétricamente, el Centro de Acogida para Personas sin Hogar de Pamplona, proyectado por el estudio Larraz Arquitectos, trasciende la mera resolución funcional de un programa de alojamiento, hasta conseguir un proyecto que dignifica y mejora la calidad de vida de este colectivo.


El estudio Larraz Arquitectos, con sede en Pamplona, fue fundado por Javier Larraz. Su trayectoria se caracteriza por el rigor formal y constructivo en el proyecto, entendido como respuesta a las demandas sociales. Suprimiendo alardes, especulaciones y trivialidades formales, su arquitectura transmite equilibrio y serenidad.





Junto a sus ejemplos de arquitectura docente y residencial, uno de los proyectos más conocidos del estudio es el Centro de Acogida para Personas sin Hogar, en Pamplona, ganador del concurso convocado en 2010 por el Ayuntamiento de la ciudad, y con el que consiguió ser finalista del WAN Awards, Civic Building, en el año 2011.



 




 



El encargo partía de numerosos condicionantes que marcaron la ideación y el proceso de proyecto. En primer lugar, su ubicación en un área sin consolidar, en un entorno semiurbano muy abierto, entre el casco urbano y el suelo industrial. En segundo lugar, se establecieron unas claras limitaciones económicas y temporales, con un plazo de construcción fijado en seis meses, así como, una edificabilidad reducida.





La propuesta consigue crear, a pesar de su pequeña escala, una volumetría que se posiciona de manera rotunda en el contexto urbano donde se inserta. Sin estridencias, calladamente, el programa se resuelve con un elemento de sobria materialidad.







Una dificultad añadida era el colectivo al que estaba destinada la edificación. Las condiciones de exclusión social, al que están sometidas las personas sin hogar, requerían una respuesta sensible que propiciara la mejora asistencial y de su calidad de vida, resolviendo los problemas de inseguridad e intimidad que este tipo de alojamientos presentan.





El programa debía dar respuesta a dos usos diferenciados sin duplicar servicios. Por un lado, un centro de acogida de media estancia, pensado para personas estables en la ciudad, que ocupa la mitad de la planta baja; y por otro lado, un albergue para transeúntes o personas itinerantes, que utiliza el resto de la planta baja y la planta alta. Sus accesos independientes, dispuestos en fachadas opuestas, se vigilan desde un mismo punto de control centralizado.





La planta se ordena a partir de dos bandas paralelas de estancias separadas por un paquete funcional central, que ordena a su alrededor las circulaciones. Las bandas perimetrales se alargan, se acortan o se esponjan, suprimiendo células en el sistema de agregación, generando una volumetría dinámica al exterior que rompe la compacidad del prisma.







El volumen exterior se muestra cerrado y de aspecto protector. La pequeña escala de los vanos de las unidades habitacionales queda enmascarada por una doble piel, continua pero permeable. Se trata de una celosía de perfiles de aluminio lacado, de sección rectangular, que unifica la imagen exterior, garantizando la privacidad, evitando la intrusión y consiguiendo una escala urbana para los volúmenes.







En los testeros de las zonas de comedor o en los cierres del núcleo central de circulaciones, allí donde han sido suprimidas las células habitacionales, la piel desaparece. En su lugar aparecen paños completamente acristalados, cerrados con U-glass.







Los espacios proyectados persiguen resistir el trasiego de personas, la variabilidad, la intensidad de uso y la flexibilidad en su funcionamiento. La propuesta busca espacios limpios sin recurrir a ningún tipo de retórica o divagación.







El núcleo central de servicios se configura como una pieza alargada y estrecha, ceñida por las circulaciones horizontales que permiten el acceso a los espacios servidos: habitaciones, salas de ocio y descanso, talleres y comedores. Su posición perimetral les confiere iluminación y ventilación natural, suprimiendo la existencia de patios interiores. La iluminación de los corredores queda garantizada por las hendiduras del volumen, a la manera de patios abiertos a fachada.







El proyecto no promueve exclusivamente un lugar de alojamiento y manutención, sino que, además, suscita un compromiso personal en el usuario, haciéndolo partícipe de las actividades de mantenimiento de la edificación, o involucrándolo en el desarrollo de talleres ocupacionales. El objetivo pretende conseguir convertir al centro en un lugar propio, o al menos cercano, para el usuario.







Como asegura Larraz Arquitectos, “lo más importante de una arquitectura es, en la gran mayoría de los casos, lo que sucede en su interior”.



Fotografías de Iñaki Bergera



https://www.larrazarquitectos.com/

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