GRANDES MAESTROS

Carlo Mollino: el arquitecto con alma de piloto de carreras

Enamorado de la aerodinámica y los motores, el arquitecto turinés Carlo Mollino es una personalidad compleja y polifacética que destacó por obras eclécticas e innovadores diseños, desde mobiliario a coches de carreras, como el Bisiluro.

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Enamorado de la aerodinámica y los motores, el arquitecto turinés Carlo Mollino es una personalidad compleja y polifacética que destacó por obras eclécticas e innovadores diseños, desde mobiliario a coches de carreras, como el Bisiluro.


Es difícil definir la trayectoria de Carlo Mollino (1905-1973), debido a la diversidad de ámbitos en los que intervino, trabajó y se apasionó. En ocasiones comparado con los genios renacentistas, este arquitecto se desenvolvió con soltura en los campos del urbanismo, el diseño, la fotografía (fundamentalmente retratos, muchos de ellos eróticos), los deportes, como el esquí, la aviación acrobática y la mecánica automovilística.







Fotografías de Politecnico di Torino-Fondo Carlo Mollino



Tras su graduación en 1931, sus primeros trabajos se vinculan al despacho de su padre, el ingeniero Eugenio Mollino (1873-1953), con el que colaboró hasta 1948. De esta primera etapa, destacan obras como la Federación de Agricultores de Cuneo (1933-34, junto a Vittorio Baudi di Selve), la Casa del Fascio en Voghera (1934, junto a Eugenio Mollino) y, sobre todo, numerosos diseños para casas de la burguesía de Turín.





Fotografía de Canadian Centre for Architecture



Como elementos recurrentes de sus proyectos de interiorismo, sobresalen las líneas curvas y sinuosas, las superficies irregulares, las telas, los estampados y los tejidos variados, que se combinan con muebles y objetos diversos, como en la casa Miller (1938) y en las casas de Ada y Cesare Minola, o Franca y Guglielmo Minola en vía Perrone 4 (1944-47).







Fotografías de Canadian Centre for Architecture



Adelantándose al posmodernismo, sus decoraciones fusionan referencias barrocas y modernistas, con profusión de materiales, texturas, y colores, muchas veces alcanzando un aire ciertamente surrealista. La casa de Giorgio Devalle en vía Alpi 5 (1938-39) recuerda la obra de Dalí, con sus paredes acolchadas de satén, sus cortinas y terciopelos. Ventanas redondeadas, abiertas como ojos de buey, y espejos, que transforman y amplifican los espacios, potencian, aún más, ese surrealismo.





Fotografía de Politecnico di Torino-Fondo Carlo Mollino





Fotografía de Museo Casa Mollino



La decoración de la casa Cesare Rivetti (1949) incluye todas las paradojas y las extrañezas de su eclecticismo surrealista, en una amalgama de contrastes que huye de la sobriedad de posguerra y anhela un futuro de comodidades, como prometía la Dolce Vita.







Fotografías de Canadian Centre for Architecture



Muchas de estas viviendas fueron decoradas con muebles exclusivos, diseñados por Mollino, que no tenían una producción en serie. Se trata de diseños muy innovadores que recurren a las formas orgánicas, las líneas curvas y perfiles aerodinámicos. Los materiales que emplea son muy variados, especialmente, la madera de castaño, el cerezo, el vidrio y el mármol. Algunos diseños como los sillones Ardea (1944) y Gilda (1954), la silla Fenis (1959), el espejo Milo (1937), o las mesas Reale (1946), Arabesco (1949) y Cavour (1949), las produce en la actualidad Zanotta.











Fotografías de Zanotta



De la arquitectura anterior a la Segunda Guerra Mundial, su obra maestra es la Sociedad Hípica en Corso Dante de Turín (1937-1940), desgraciadamente demolida en 1960. Rompiendo con la ampulosa estética del régimen fascista, se suprimen las referencias al pasado a favor de la abstracción.













Fotografías de Politecnico di Torino-Fondo Carlo Mollino



Su pasión por la montaña y el esquí se muestran en los proyectos que Mollino lleva a cabo en los Alpes, especialmente en el albergue del Lago Nero (1946-1947), en Sauze d'Oulx, y, posteriormente, en la casa Cattaneo (1952-1953), en Luino.







Fotografías de Canadian Centre for Architecture





Fotografía de Politecnico di Torino-Fondo Carlo Mollino



El novedoso proyecto Casa del Sole (1948), en Cervinia, proponía un condominio de apartamentos para esquiadores, con todo tipo de elementos y equipamientos comunes. En 1953, para este mismo proyecto diseñó un espectacular conjunto de camas que se superponen para conformar una litera.





Fotografía de Politecnico di Torino-Fondo Carlo Mollino







Fotografías de Museo Casa Mollino



Teniendo como afición la velocidad, no es de extrañar que le fascinara el mundo de la mecánica y el motor, y que, junto a Mario Damonte y Enrico Nardi, diseñara un coche de carreras denominado Damolnar (1955), más conocido como Bisiluro. Su forma es similar a un doble torpedo, separando el área del motor del espacio para el piloto. Algunas de las fotos más famosas de Carlo Mollino son aquellas en las que aparece montado, precisamente, al volante de su Bisiluro.





Fotografía de Museo Casa Mollino





Fotografía de Museo Nazionale Scienza e Tecnologia



Su trabajo durante la posguerra continúa con la mezcla de referencias, en un eclecticismo efectista, como en el salón de baile Le Roi Lutrario (1959, junto a Carlo Bordogna), en Turín. Los juegos de luces, las disposiciones de lámparas y focos, las líneas sinuosas de los elementos arquitectónicos, los reflejos y las transparencias dan lugar a un espacio festivo vibrante.





Fotografía de Politecnico di Torino-Fondo Carlo Mollino



A mitad de la década de los sesenta recibirá el encargo de dos grandes edificios públicos en Turín, el Palazzo degli Affari para la Cámara de Comercio (1964-1972, junto a Carlo Graffi, Alberto Galardi y Antonio Migliasso) y el Teatro Regio (1965-1973, junto a Carlo Graffi, Sergio Musmeci, Marcello y Adolfo Zavelani Rossi), cuyo sobrio exterior da paso a una explosión de color interior.





Fotografía de Politecnico di Torino-Fondo Carlo Mollino







Fotografía
s de Museo Torino





Fotografía de Museo Casa Mollino



Como colofón de toda la trayectoria de Carlo Mollino, será la decoración de su propia casa en Via Napione de Turín, donde dará rienda suelta a su imaginación y el cruce de referencias. Como una instalación artística, el arte por el arte, la casa quedó como una escenografía, puro decorado al que nunca llegó a trasladarse definitivamente.









Fotografías de Valentina Ortaggi



La vida y la obra de este polifacético artista, así como la manera de adentrarse en distintas disciplinas, recibieron un merecido homenaje en el documental Séance (2014), de Yuri Ancarani. Como un visionario, muchas de sus propuestas anticiparon un futuro cercano, que Carlo Mollino pretendió convertir en presente.



Fotografías de Museo Casa Mollino, Museo Nazionale Scienza e Tecnologia, Canadian Centre for Architecture, Politecnico di Torino-Sezione Archivi Biblioteca Roberto Gabetti-Fondo Carlo Mollino, Museo Torino, Valentina Ortaggi y Zanotta

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